

La palabra Yoga tiene su raíz en sánscrito “yui” y significa “unir, atar”. Yoga se interpreta como el acto de unir, de juntar.
Está emparentado con la palabra “yugo” que encontramos en la palabra “conyugal”. Tiene dos acepciones estrechamente relacionadas. El estado de yoga es aquel en que el hombre se encuentra bajo el mismo yugo que lo divino. Esta es la idea que viene expresada en la palabra “religión” (re-ligare, volver a unir).
La segunda acepción expresa el estado en el cual el hombre “aparente” está ligado al hombre “real”.
Dicho de otra forma, es el estado en el que el hombre ha recobrado su verdadera naturaleza y vive de conformidad con ella.
La técnica del yoga, sea cual fuere, es una disciplina a través de la cual el hombre intenta llegar al “estado de Yoga”.
El Yoga es una práctica muy antigua originada en la India y contiene una serie de disciplinas mentales y físicas que nos ayudan a mantenernos alertados, receptivos y saludables, cambiando la forma de percibir al mundo que nos rodea y la forma en que vivimos.
La meta fundamental del Yoga es unir al “yo” individual con la “Consciencia Absoluta”, con el “yo” universal.
Según la enseñanza del Yoga la última realidad es inmutable e inmóvil, por ende el mundo, el universo manifiesto es considerado ilusión (Maya). No es más que algo superpuesto sobre lo Real, algo proyectado sobre la pantalla de la realidad misma manera que en el cine se proyecta una película sobre la pantalla. De esa forma confundimos lo real con lo irreal, proyectamos nuestras ilusiones sobre el mundo real.
El Yoga nos lleva a darnos cuenta de que todo en realidad es una sola Energía indiferenciable, infinita, inmutable y sin forma.