Para mí, la meditación es la sanación del otro extremo del ser humano. Naturalmente, las medicinas dependen de la materia, de sus componentes químicos.
De la medicación a la meditación
La meditación depende de la consciencia. No hay pastillas disponibles para la meditación, aunque la gente pruebe con LSD, mescalina, marihuana. Se han probado infinidad de cosas.
Se han dedicado muchísimos esfuerzos a la producción de píldoras para meditar, pero nunca existirá una píldora para la meditación. En realidad, el mero intento de producir tales píldoras delata esa vieja obstinación de tratar solamente el nivel físico, de tratar solamente desde el exterior.
Incluso aunque afecte a nuestra psique, seguirá siendo un tratamiento externo, no provendrá del interior.
Drogas como la mescalina y el LSD solamente pueden producir una ilusión de salud interior; no pueden crearla.
No se puede llegar al ser más profundo del hombre a través de ningún medio químico. Cuanto más profundamente nos adentramos en el interior, menor es el efecto de la química. Cuanto más profundizamos en el ser, menos significativa se vuelve la aproximación física y material.Una aproximación no-material —o podríamos llamarla aproximación psíquica— sí tiene sentido.
La medicina intenta librar al hombre de sus enfermedades superficiales, a nivel corporal. Pero recuerda: incluso libre de todas sus enfermedades, el hombre no se libra de la enfermedad humana básica. Esa enfermedad llamada hombre es un deseo por lo imposible.
Esa enfermedad de ser hombre es el no satisfacerse con nada; esa enfermedad humana hace que todo lo que alcancemos sea fútil y que sintamos interés por aquello que no hemos conseguido. La curación para esa enfermedad que es ser un hombre es la meditación. Para todas las otras enfermedades, los médicos tienen el remedio, la medicina tiene el remedio; pero para esta particular enfermedad humana sólo la meditación tiene el remedio.
OSHO (Libro de la Medicación a la Meditación)